lunes, 20 de septiembre de 2010

Peazo Vuelta

Bueno, siento empezar con un símil hacia esa publicidad que en teoría no hace TVE pero es que es lo que más apropiado me parece. Hacía tiempo que no disfrutaba tanto, aunque también casi lloré cuando se cayó Igor Antón, con una Vuelta. Más allá de lo que todos ya sabemos, las jornadas épicas, la emoción en la penúltima etapa, etc. etc. me han venido a la cabeza un par de reflexiones.

La primera es la comparación entre el ciclismo "moderno" y el ciclismo "antiguo". Hemos visto una vuelta al más puro estilo clásico, dominada por los escaladores. Tanto es así que en la crono de Peñafiel los aspirantes a la victoria final ni siquiera hicieron entre los diez primeros, cosa impensable en los tiempos que corren. Y además, los Purito, Igor, Ezequiel, con su simpatía pero sobre todo con sus debilidades, hacen vibrar a la afición por encima de otros ciclistas aparentemente más cerebrales. No sólo no son buenos en la crono, sino que también cometen errores como cebarse en seguir a uno y luego pagarlo, no creerse líderes, y encima tener, como Igor, la mala suerte de caerse. Son humanos, son personas que sufren y que se equivocan, por ello suscitan nuestro cariño y nos identificamos con sus emociones. Eso es lo más bonito para un aficionado.

La segunda es la comparación con el Tour. Me ha llegado en estos días el Pdl Pro donde mi compañero Luis Guinea habla sobre el "buenrollismo almirabarado" de la ronda francesa, entre los dos máximos favoritos. Recuerdo esa etapa del Tourmalet, tan esperada como la de la Bola del mundo, y es evidente que no hay color... por mucho que Andy Schleck o Alberto Contador sean más fuertes que Ezequiel y Nibali. La vuelta no ha necesitado grandes figuras para resultar bonita, salvo Menchov, no estaban los mejores del Tour, ni el ganador del Giro, las medias no han sido muy altas, y en cambio lo hemos pasado pipa. Realmente ¿qué es lo bonito? ¿qué suban a 25 todos juntos vigilándose, o que suban a 20 intentando despegarse? Lo espectacular no es ver a ciclistas que cada vez van más deprisa, sino que haya batalla, que sea como antes, que un día estén bien y al otro día no pueden y es otro el que va delante, no que se sepa casi desde la primera jornada quién va a ganar una ronda de tres semanas.

En fin, que esta Vuelta me ha dejado un buenísimo sabor de boca, pero con hambre de ver en la próxima a Igor Antón batiéndose el cobre con Contador y con quien haga falta. Y es que el ciclista vasco tiene carisma, para mí, es el Perico al que tanto echamos en falta sobre las carreteras. Hasta su forma de pedalear me recuerda a él ¿no os parece?

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