jueves, 19 de septiembre de 2013


MÁS ALLÁ DE LOS CICLISTAS
2013. Han pasado 30 años desde la primera retransmisión en directo de la Vuelta, desde que yo me “enganché” definitivamente al ciclismo, aunque ya llevaba un par de años siguiendo los resúmenes. Y han pasado 10 desde que consiguiera pases para sobrepasar esas vallas y poder vivir el ciclismo desde dentro. Desde entonces no he dejado de acudir in situ a la Vuelta y a otras carreras. Y nunca deja de sorprenderme. Por ello este año encontré por fin la respuesta a por qué me gusta tanto el ciclismo. Es muy sencillo: por su diversidad, y porque está siempre cambiando. Puede que para la gente que ve una etapa llana por la tele resulte aburrido, pero es que el ciclismo es mucho más que eso. No hay más que ver, por ejemplo, todo lo que hay tras la Vuelta. 
Para quien no conoce este mundillo, puede que simplemente piense que son ciclistas compitiendo a ver quién llega el primero y ya está. Eso es lo estándar, lo habitual en otros deportes, el que llega primero, el que mejor ejecuta unos movimientos, el que marca más goles, encesta más, consigue más puntos, salta más alto, lanza más lejos... Pero el ciclismo es otra cosa. Un deporte colectivo pero en el que sólo uno (salvo la clasificación por equipos, claro) se sube a lo más alto, en el que cada competición es diferente porque es diferente el recorrido, en el que puede haber carreras de un día o carreras por etapas, en el que cuando son carreras por etapas no hay sólo un ganador sino varios, la etapa y la general en cada clasificación: individual, montaña, regularidad, combinada y equipos (y al mejor joven en algunas carreras). Hay premio incluso para quien no gana pero lucha: la combatividad. Dado que durante todos estos años fui asimilando esos conocimientos, no me di cuenta de la complejidad de este deporte hasta que tuve que explicarles a mis sobrinos que una cosa es ganar un día y otro ser el líder de la carrera, y el por qué cuando uno se escapa no sale el que va primero a intentar ganarle. 
Pero el ciclismo no es sólo la carrera. En la Vuelta hay un sinfín de microcosmos dentro y fuera. Por ejemplo, las salidas. El público. Son muchos los vecinos de las localidades de donde sale una etapa que se movilizan a ver qué pasa ahí, a buscar regalos y a sacarse fotos con los ciclistas y pedirles autógrafos (aunque no los conozcan). Hasta retratan a los coches de equipo y a las formaciones de motos de la Guardia Civil. Luego se preguntan qué hay que hacer para pasar al punto de encuentro, y dónde dan esas pulseras (los pases). Algunos alcaldes sacan a la banda a tocar para celebrar que los ciclistas están en su pueblo. Los afortunados que conocen a alguien que les ha conseguido un pase para el punto de encuentro (un recinto vallado que contiene unos cuantos stands) arramplan con gorras, sombreros, bolsas, banderitas, bidones, aplaudidores… y se ponen ciegos a fruta, gazpacho, canapés, bebidas… Los más entendidos buscan entre el personal de la Vuelta a ciclistas retirados para sacarse más fotos, y otros contemplan el espectáculo de un chaval con una bici saltar sobre una chica que está en el suelo con los brazos en cruz y las piernas en “v”. Y hay quien es capaz de acordarse de cuándo se hace el sorteo de un lote de productos de cierto hipermercado para ver si le ha tocado y subirse a un pódium donde la speaker le hace entrega del premio.
En la meta también hay mucho que ver. En los bares las conversaciones giran alrededor del ciclismo: está el vecino que pregunta si tal ciclista está y si no corre deja de interesarle, el primo del sobrino de la tía abuela del corredor del equipo tal, el del pueblo de toda la vida que va dando detalle de por dónde van a pasar y cómo es ahí la pendiente, qué duro, seguro que van despacio… y luego se asombran cuando ven pasar al pelotón a toda velocidad. Y lo más gracioso es contemplar cómo los paisanos que llenan un bar mientras echan la etapa por la tele, desaparecen como si les hubieran barrido cuando los ciclistas se van acercando para verlos pasar en vivo y en directo. Una vez acabada la etapa, el espectáculo continúa: en el parque Vuelta, hay diversiones para los chavales y más regalos, y aquí no hace falta ningún pase.
Esto es el público. Ahora vamos con los que viven durante más de tres semanas en esa ciudad ambulante que es la Vuelta. Están los que transportan y montan todo el “tenderete”: vallas, stands, camiones, gradas, enlaces de radio y tv, catering, caravana publicitaria… y variedad de trabajadores: azafatas, camareras, camioneros, policías nacionales, guardias civiles, montadores, técnicos de sonido e imagen, cámaras, periodistas, relaciones públicas, patrocinadores, etc. etc. Entre ellos encontramos a jóvenes que no tienen ni idea de ciclismo y que están por ganar un dinerillo esas tres semanas, como suelen ser los que montan y desmontan las vallas, los que vigilan que no entre nadie sin pase, y los que sirven canapés y bebidas. Pero también hay gente que conoce el ciclismo mejor que nadie porque de ese mundo vienen, los ex profesionales que conducen los coches de invitados en las etapas o trabajan como chóferes de las autoridades, y los periodistas que empiezan a contar por decenas las carreras que han cubierto. Si hasta tenemos a ex ciclistas en los medios de comunicación…
En meta en lugar de punto de encuentro hay camiones-bar donde invitados y patrocinadores (a los de prensa no nos dejan entrar a menos que tengas pase especial) disfrutan de barra libre y picoteo mientras ven la Vuelta en una tele dentro del camión o suben al techo para verla desde las alturas. Aquí me resultó curioso contemplar como un patrocinador se puso muy contento al distinguir las banderitas o los aplaudidores de su empresa, repartidas por las diligentes azafatas entre el público congregado tras las vallas, ondeando y destacándose a la llegada de los ciclistas. ¡Mira qué bien se ven! exclamaba tan contento, como si los telespectadores pudieran distinguir la marca a través de la caja tonta.
Tras el final de la etapa siempre hay un grupo de aficionados agolpados alrededor del camión de TVE. ¿Para qué? ¡Perico, Perico…! Ya ha pasado un cuarto de siglo desde que ganó el Tour y sigue firmando autógrafos y posando con los aficionados que quieren foto, durante media hora mínimo tras el final de la retransmisión. Yo creo que le han retratado más que a muchas estrellas del celuloide. En una de esas etapas pude contemplar la paciencia infinita de un policía al que un energúmeno con la bandera de un equipo de fútbol le gritaba no sé qué de cierta estrella futbolera, y la que en cambio estuvo a punto de perder un operario de televisión que comentó que como no se le llevaran le iba a hacer cambiar de equipo de un guantazo…
 Y si os habéis dado cuenta, llevo un montón de líneas escritas… y todavía no he empezado de hablar de los verdaderos protagonistas: los ciclistas. Pero entre tanto barullo ¿quién se acuerda de ellos? Pues los que de verdad amamos el ciclismo. ¡Ellos sí que son los verdaderos protagonistas!

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