jueves, 5 de septiembre de 2013

¿VUELVEN LOS ROMÁNTICOS?


La pregunta más bien sería ¿existen? Bueno, supongo que sí. Con románticos no me refiero a aquéllos que regalan flores con una hermosa tarjeta rosa y un te quiero escrito dentro de un orondo corazón, sino a aquéllos que aún conservan sus ideales y para los que lo primero no es la pasta ni el propio interés y aún creen que las personas merecen la pena por lo que son y no por lo que valen.



Esto que parece tan obvio, que parece tan normal, con lo que parece que todos estamos de acuerdo en tener como filosofía de vida, está “pasado de moda”. Por eso tenemos la sociedad que tenemos, porque la mayoría de los individuos sólo miran por sí mismos y en el fondo se considera estúpida a aquella persona que es capaz de dar sin esperar recibir, o lo más un gesto de agradecimiento. Es por eso por lo que se ve normal que cada vez se pague más dinero por un futbolista, que “una empresa no sea una ONG”, por tanto los directivos cobren 10.000 veces más que un currito, o dedicarle más horas al trabajo que a la familia para ganar más dinero y subir escalafones, total, como los ricos son los que dominan el mundo hay que pensar en ser como ellos. Me he encontrado con personas que cuando critico esas cifras millonarias que gana una pequeña parte de la población mundial mientras otra parte mucho mayor pasa hambre, me dicen que si se lo pagan, por qué no lo van a ganar, que ellos harían lo mismo. Apostillan que yo también, con el argumento de “como que tú trabajas gratis”. No. No es así. Una cosa es trabajar gratis y otra que te importen una mierda los demás con tal de sacar tu chiringuito adelante. Una cosa es ganarte un sueldo por tu labor y otra exprimir lo más que puedas a tu víctima para ser cada vez más rico. Una cosa es ser millonario y quedártelo todo para ti y otro invertirlo en devolverle a la sociedad lo que estás recibiendo subiendo el sueldo a tu plantilla si eres empresario o donando una buena parte para labores benéficas si no lo eres. Pero ya sabemos que mucha gente tiende a la dicotomía: o todo o nada, o blanco o negro, izquierdas o derechas, cuando al final la verdadera cuestión está fuera de esos extremos.



Más que el hecho de que el Euskaltel fuera a desaparecer, me dolió el cambio de política sometiéndose a la doctrina de la dictadura UCI. Como necesitamos puntos para seguir en el UCI Pro Tour, a tomar por saco los trabajadores de equipo a los que después de tanto sacrificio despedimos por teléfono en una conversación de minuto y medio, como pasó con Amets Txurruka (cuánto me alegré de que este gran ciclista encontrara hueco en el Caja Rural y ganara la Vuelta a Asturias, se lo merece). En tiempos de Madariaga el Euskaltel era un equipo pero intentaron convertirlo en una pandilla de mercenarios a ver quién saca más puntos para poder seguir en el UCI Pro Tour y así ha ido. No están acostumbrados a pensar de esa forma. Imagino la desorientación general que han debido padecer sus corredores con ese cambio de filosofía, no me extraña que los triunfos no llegaran. El ciclismo no es un deporte individual, sino colectivo. Y muchísimo más complicado que el fútbol, el baloncesto y otros deportes de equipo porque en éstos la función de cada uno no tiene por qué pasar desapercibida, mientras que en el ciclismo uno brilla a costa de la oscuridad de sus compañeros. Sin esa penumbra no es posible la luz, y si ahora todos necesitan ser linternas para poder sobrevivir el equipo ya no es un equipo ¿quién trabaja para quién? Y si no tienes presupuesto para fichar un montón de estrellas que ganen una carrera aquí y otra allá a ver cómo sobrevives.



Madariaga es un romántico igual que lo era Echávarri, en aquellos tiempos en los que el Reynolds y el Banesto eran “todos para uno” y se ganaban tours con muchos menos medios y dinero que ahora. El ciclismo ha cambiado y parece que ahora no hay sitio para ellos. Pero cuando todo parecía perdido aparece un piloto de fórmula 1 tan enamorado del ciclismo que decide salvarle la vida al Euskaltel. Espero que, si de verdad es un romántico, vuelva ese romanticismo al Euskaltel y volvamos a ver un auténtico equipo. De cualquier forma, gracias, Fernando Alonso, por el cable que nos acabas de echar a los que amamos el ciclismo… y a los que todavía tenemos esperanzas de que el mundo cambie para bien. Qué le vamos a hacer, también soy una ilusa romántica… ¡pero no me mandéis flores! ;)




5 comentarios:

Augusto dijo...

Hermoso relato! Saludos desde Argentina!
Augusto

Eva Montero Domínguez dijo...

¡Gracias!
¡Saludos desde Madrid!

Eva Montero Domínguez dijo...

Una pena que al final se chafó la compra. Me gustaría saber las razones, apuntan, entre otras cosas, a que querían mantener todo el staff técnico. Si es así me parece muy triste que ello conlleve que 14 ciclistas con contrato se tengan que buscar la vida, cuando podrian haber seguido. A ver si se publica más información, sabiendo de dónde ha venido el error quizá se pueda solucionar.

Psicologo Barcelona dijo...

Es complicado que ese romanticismo del que hablas de verdad impere como norma general. Cada vez nos deshumanizamos más, y el entorno "nos enseña" que cada uno va a mirar por lo suyo y no te va a ayudar, y de esta manera se crea un círculo vicioso. Pero no desesperemos, hay gente buena, preocupada por los demás y dispuesta a ayudar en todas partes. No desconfiemos del todo de la bondad de las personas, siempre hay anécdotas que contar de personas que ayudan desinteresadamente a otras. No está todo perdido

Eva Montero Domínguez dijo...

Ya, si de ahí precisamente el artículo, era un canto a la esperanza... la pena es que al final el Euskaltel ha desaparecido. Espero que el nuevo equipo que va a montar Fernando Alonso se preocupe más por el ciclismo que por dar imagen, pero tampoco me da buena espina que no se decidan sobre si sacar la licencia en España o fuera. Es muy injusto que habiendo tan buenos corredores haya tan pocos equipos. En otros tiempos no se ganaban tantas cosas y había más patrocinios. Aunque por supuesto que sigue habiendo gente buena y preocupada por los demás, parece que los que no son así se empeñan en hacerlos desaparecer. Sigo teniendo esperanzas de que no lo consigan, pero si miro a otras esferas de la sociedad me desespero más aún.